
Emprender una convivencia entre un perro y un gato no es la tarea más sencilla. Y con razón, estos últimos tienen fama de no llevarse bien. Pero tenga la seguridad de que pueden adaptarse muy bien, tolerarse y vivir en armonía bajo su techo.
Para que esto sea posible, aquí hay algunos elementos esenciales en los que puede confiar para sentar las bases de una convivencia exitosa entre un perro y un gato.
Iniciar la convivencia desde temprana edad
El momento elegido para iniciar la convivencia es crucial para los compañeros a los que se desea familiarizar. Dado que aquí se trata de la base o los comienzos, tenga en cuenta que una buena convivencia se aprende idealmente desde una edad temprana. Es decir, cuando aún son un cachorro y un gatito despreocupados que descubren y se sumergen en su entorno.
La observación muestra que un perro acostumbrado a la presencia de un gato desde su más tierna infancia o habiendo compartido el mismo entorno de vida durante su crecimiento logra fácilmente integrarlo en su círculo social.
Socialización
La socialización de tus compañeros caninos y felinos es un factor clave para el éxito de su convivencia. Depende de la capacidad de estos últimos para integrarse en su entorno social e interactuar con sus componentes (humanos, congéneres, otros animales domésticos).
Idealmente, debería comenzar en las primeras semanas después del nacimiento del animal (por el criador) y continuar por el propietario después de la adopción. Un gato socializado en presencia de perros naturalmente tendrá menos tendencia a sospechar y puede tolerar mejor, o incluso hacerse amigo, de un perro recién recibido en su familia.
Educación
La educación es complementaria a la socialización de tus compañeros. Básicamente, esto le permite moldear el comportamiento de su mascota, enseñarle buenos modales y obediencia a algunas reglas simples.
Los perros y gatos son en su mayoría animales cariñosos y sociables, lo cual es bueno. Dicho esto, la tolerancia, la paciencia y la docilidad ideales para la convivencia no siempre son cualidades comunes a todos los individuos. Y aquí es donde la educación encuentra su importancia.
En particular, te permitirá hacerle entender a tu perro que los gatos son amigos y no enemigos o presas que pueda cazar.
Familiarización a través del intercambio de olores.
Los perros y gatos son especialmente sensibles a los olores que, según el caso, pueden tranquilizarlos e inspirarles confianza, o viceversa. Hacer que tus peludos compañeros se acostumbren a sus respectivos aromas es una forma práctica que tienes de facilitar su convivencia.
El proceso es relativamente simple. Por ejemplo, solo necesita impregnar un trozo de tela con el olor de su gato y luego hacer que su perro lo huela y viceversa. Idealmente, esta estrategia se puede aplicar antes de las presentaciones que ayuda a facilitar, ya que sus compañeros ya se han familiarizado con el aroma.
Presentaciones ordenadas
La convivencia implica que su perro y su gato deben estar juntos y compartir el mismo techo por el resto de sus vidas. Para ayudarlos a encajar y encontrar su marca, es costumbre tener presentaciones entre la familia y el nuevo animal.
Por supuesto, las reuniones deben prepararse con cuidado. Por lo general, la socialización y educación del acompañante ya presente en casa son requisitos previos que pueden facilitar los primeros encuentros.
En cualquier caso, siempre debe asegurarse de que sean seguros y sin restricciones. Tenga cuidado de tranquilizar a sus compañeros, ponga un bozal a su perro y proporcione una opción alternativa para su felino, entre otras cosas.
Prevención y manejo de conflictos
No es raro que surjan conflictos entre perros y gatos llamados a convivir. Entiende que los perros y los gatos no tienen los mismos hábitos, lenguaje y señales de comunicación, tienes que aprender a entenderlos.
Puede suceder que un malentendido o cualquier otro motivo genere tensión, celos o altercados. Depende de usted como maestro identificar, prevenir y gestionar las situaciones conflictivas a las que puedan enfrentarse sus compañeros.
El componente preventivo, que es relativamente sencillo de configurar, generalmente se basa en algunos aspectos esenciales. En particular, la organización de territorios ofreciendo a todos un mínimo de espacios exclusivos. La necesidad de separar las áreas para comer. O la importancia de ser justo ofreciendo tanto amor y cariño a tu gato como a tu perro.